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miércoles, 31 de julio de 2019

Correr con nuestros niños

 

Para los niños, correr es parte de un juego, o incluso un juego en sí mismo, y así debería seguir siéndolo por siempre para nosotros, los adultos. Cualquier calle, parque o plaza es un buen lugar para emprender la marcha, para hacer que nuestro corazón nos recuerde que estamos vivos, para ejercitarnos, para jugar.

Algunos niños ponen a correr, literalmente, a sus padres y eso es bueno, sobre todo si se trata de unos sedentarios. Un “papá estoy aburrido”, puede mover al más flojo de los progenitores y obligarlo a salir a la calle. Sin embargo, lo más probable es que el corredor que esté leyendo sea quien involucre a sus hijos en esta milenaria actividad. De ser así, bueno por el padre que no es sedentario, pero mejor por el hijo, que aparte de su natural inclinación a correr, tendrá un estímulo en el ejemplo de sus padres. Siempre con cuidado de no convertir esto en una competencia y poner al niño a correr contra quien sabe quien, comprometiendo su sano desarrollo.

Cualquier oportunidad es buena para involucrar a nuestros niños en las carreras de calle. Lo más pasivo, pero no menos importante es llevarlos a nuestras carreras, desde la búsqueda del material hasta la propia competencia. Las carreras de calle son un espectáculo que se puede apreciar desde pequeños. Recientemente pude asistir al London Grand Prix (parte de la Diamond League) y mis hijos vieron toda la jornada. Un evento vistoso y entretenido que no daba margen para el aburrimiento. La dinámica de las pruebas de pista parecía diseñada para los más pequeños, ya que por su dinamismo, no deja que pierdieran la atención.

Esos días en que debemos correr muy ligero o incluso caminar, llevar a los niños con nosotros puede ser una buena oportunidad para compartir y, por qué no, aprovechar de controlarnos y no ir más rápido de lo debido. ¿Qué tal después de correr un largo?

También podríamos realizar un “speed play” donde corremos hasta el próximo poste de luz o banco del parque y después caminamos discutiendo quién llegó de primero. O por qué no, “el gran reto” que consiste en hacer un trayecto que luzca retador para los niños, según su edad (pero que no los coloque en riesgo). Al final el premio por la participación. Así como nosotros recibimos nuestra medalla, ellos merecerían una, que puede ser una de las nuestras recicladas, o un premio más apetecible como unas galletas de chocolate o el dulce que más les guste.

Por supuesto que la manera más formal y activa es que nuestros niños participen en una carrera de calle especial para ellos, donde todos los que corren son niños y tienen la oportunidad de recibir una medalla por su participación. En estos casos es bueno no presionarlos para que ganen, sino que puedan disfrutar, cualquiera que sea su posición. Me gusta el enfoque de Disney en su Marathon Weekend, donde entrega medallas a todos los niños, pero no hay ganadores ni perdedores. Simplemente es una carrera sin podio. En mi caso personal tuve la dicha de correr con mis hijos en Disney y sólo puedo decirles que jamás olvidaré sus caras cruzando la meta y recibiendo su medalla.

Las carreras con los niños son, sin duda, una excelente oportunidad de hacer lo que nos gusta, sin perder el norte que es al final de cuentas divertirnos. Estos eventos deportivos también permiten que involucremos a la familia y motivemos en los más pequeños el amor por el deporte.

 

Foto: Photos.com/Jacek Chabraszewski

 

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