Los infartos cardíacos; la deshidratación por pérdida de electrolitos; la aneurisma cerebral y las afecciones respiratorias como asma, se ubican entre las principales causas de muerte súbita en deportistas de alto rendimiento.
A primera vista, parece no haber explicación lógica al hecho de que una persona en apariencia sana, que cuida de su salud ejercitándose activamente muera de manera repentina sin que haya dado muestras previas de algún padecimiento.
Sin embargo, de acuerdo con el experto en educación física y nutrición, Julio César Vallejo Morán, entrevistado por ¨El Economista¨ de Mexico, uno de cada 200 mil deportistas muere al año por alguna de las dichas causas mencionadas anteriormente. Y en la mayoría de los casos lo que ocurre es que muchos desconocen que son portadores de una enfermedad silenciosa, potencialmente peligrosa.
La revista española de Cardiología señala que el deporte incrementa sensiblemente el riesgo de sufrir una muerte súbita durante la realización de una actividad deportiva intensa.
Factores como la distribución estacional y su mayor frecuencia en determinadas horas del día apoyan este hecho. Es el caso de que, en los deportistas de competición, las muertes ocurren con mayor frecuencia durante el otoño y la primavera.
¿A partir de cuándo aumenta el riesgo de muerte súbita?
A partir de los 35 años de edad los riesgos de muerte súbita en personas que practican deporte de alto rendimiento se incrementan. Sin embargo, "al margen de la edad, factores como la alimentación y hasta cuestiones climáticas, pueden influir para que la vida del deportista se vea comprometida", señala el especialista, adscrito al Centro de Seguridad Social (CSS) Guadalajara del IMSS en Jalisco.
Comentó que la arritmia cardíaca ventricular derivada de un corazón hipertrófico (agrandado) es una característica general del deportista "y es una importante causa de muerte súbita en entre este grupo de deportistas con intensa carga física".
Por esa razón, una persona que practica deporte de alto rendimiento debería someterse a un chequeo médico general que incluya un reconocimiento cardiológico previo a la participación deportiva por lo menos cada tres meses, sin olvidar que antes de iniciar la práctica de cualquier actividad física es indispensable el aval médico para llevarla a cabo.
Precisó que es necesario que el atleta cuente con un expediente clínico y con la permanente asesoría de un médico y un nutriólogo que vigile si cubre sus requerimientos de ingesta calórica conforme a su desgaste.
¿La alimentación juega un papel clave?
A fin de evitar este tipo de eventos, como siempre la alimentación cumple también un rol fundamental. Para Vallejo, la dieta diaria del deportista debe ascender a 1,600 calorías e incorporar todos los grupos de alimentos (carbohidratos, proteínas, azúcares, fibras y cereales e incluso grasa).
En cuanto a la hidratación la recomendación es que los deportistas consuman alrededor de tres litros de agua diario.
Previo a la participación de un evento deportivo que exija un mayor desempeño se aconseja la ingesta de carbohidratos durante la cena (dos horas antes de dormir), "lo ideal es que se consuman pastas", indicó el experto.
Puntualizó que el descanso de ocho horas es vital para mantener en óptimas condiciones al atleta y evitar riesgos.
Destacó que disciplinas como atletismo, futbol, natación, basquetbol y voleibol implican un gran nivel de esfuerzo físico, por lo que es recomendable que se practiquen desde edades tempranas, como los 12 años.
"Lo anterior a fin de lograr un acondicionamiento físico y mental óptimos, que permitan la práctica "segura" de estas actividades, sin un sobre esfuerzo que ponga en peligro la vida", señaló.
Fuente: El Economista / BVC
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